Chapa y pintura | Cómo conseguir un perfecto enmasillado

Escoger un producto adecuado y realizar un correcto proceso son elementos imprescindible para tal fin.

A la hora de seleccionar la masilla, hay que observar los ingredientes
A la hora de seleccionar la masilla, hay que tener en cuenta los ingredientes

Después de que el chapista haya reparado las piezas dañadas, es posible que queden pequeñas irregularidades que deben solventarse antes de aplicar la pintura. Para ello, los técnicos utilizan masilla de poliéster, en pasta o crema, para rellenar dichos desperfectos.

Escoger un buen producto y una correcta aplicación influye en los tiempos totales del pintor y, por tanto, en la mejora de la rentabilidad, según explica Cesvimap en un artículo.

Para ello, la masilla debe tener una adecuada adherencia sobre el metal o plástico y ofrecerla a la pintura que se da sobre ella (imprimaciones y aparejos). Por este motivo, los fabricantes indican en sus fichas técnicas los sustratos sobre los que es compatible cada masilla.

No obstante, siempre debe llevarse a cabo un buen lijado para preparar la superficie antes de su aplicación rebajando los bordes de pinturas anteriores y el área reparada para facilitar el anclaje de la masilla, además de limpiar la superficie.

La masilla necesita mezclarse de forma homogénea con un catalizador (debe añadirse el 3-4% de cantidad), compuesto de peróxido de benzoilo, que inicia la reacción de secado. Si se añade mucho catalizador aparece el defecto de sangrado (una mancha roja), pero si hay poco, se produce una falta de secado que dificulta el lijado.

Asimismo, al realizar la mezcla, se tiene que hacer presión con el fin de evitar que el aire se acumule en su interior y provoque oquedades.

La mezcla debe aplicarse en finas capas con pasadas uniformes y cruzadas utilizando una espátula flexible que ejerza una ligera presión de un extremo a otro para que no queden burbujas.

El tiempo de secado se puede acelerar si se somete a mayores temperaturas gracias a infrarrojos o calor en cabina. Además, el secado debe ser completo para que la masilla no se dilate o merme con el tiempo y la pintura se hunda con ella.

A continuación, se lija a mano o a máquina la zona enmasillada. Para hacerlo el producto debe haber endurecido, pero no demasiado porque aumenta el esfuerzo para llevar a cabo este proceso.

Por lo que se refiere al color, nunca se debe dar directamente sobre la masilla, ya que puede provocar pérdidas brillo y rechupados; por ello, siempre se debe aplicar un aparejo para sellar la zona enmasillada.

Por otro lado, la masilla también debe soportar las vibraciones del motor y la rodadura, así como esfuerzos de compresión y tracción. Esta última característica debe ser muy tenida en cuenta, sobre todo si el producto se ha aplicado en capas gruesas, ya que puede hacer que la masilla se agriete. Para ello, hay que evitar un espesor mayor de medio milímetro (500 micras), una vez lijada. Si se necesitan espesores mayores, se pueden utilizar, previamente, masillas especiales de fibra de vidrio o epoxi. Y si se requiere aún más espesor, se puede recurrir a una aleación metálica de relleno.

A la hora de seleccionar la masilla, hay que observar los ingredientes, ya que una mayor carga tálquica proporciona mayor espesor, mientras que más resina consigue masillas más finas y cremosas, fáciles de extender y con menor aparición de poros. No obstante, el talco se está sustituyendo por microesferas de plástico para dar a la masilla mayor consistencia, facilitar su lijado y reducir la absorción de las siguientes capas (masillas de baja densidad o ligeras).

Cesvimap recuerda que existe una gama de masillas, según su naturaleza, forma de secado o sustrato sobre el que se aplican: universal, fina, galvanizadas y cincadas, ligeras y de baja densidad, específicas para plásticos, reforzadas con fibra de vidrio, masillas lentas para grandes superficies, a pistola y de secado por ultravioleta.

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