Unos costes de mantenimiento entre un 20 y un 30% más reducidos de media en modelos equivalentes. Esa es la diferencia que hay entre un vehículo eléctrico y otro de combustión en Alemania. Así lo afirma un estudio de ADAC. En algunos casos, incluso se convierte en más ostensible y, según Auto Bild, se va hasta más de la mitad de ahorro en mantenimiento: un 54% menos de mantenimiento que su homónimo de combustión. Concretamente, el medio alemán comparó el mantenimiento de un Volkswagen ID.3 con el de un Golf VII diésel a lo largo de varios años.
Y es que sin aceites, sin embragues, sin correa de distribución y sin cambios de marchas, con una vida útil mayor del resto de componentes, los eléctricos eliminan buena parte de las operaciones que llenaban la agenda de los talleres convencionales. Lógicamente, por sus infraestructuras y capacidad, los talleres independientes, medianas y pequeñas empresas se atisban como los negocios enclavados en el ojo del huracán.
Para ellos, por sus medios, será mucho más complejo ya no sólo sobrevivir sino también reciclarse a base de formación. Será complicado invertir en la formación de todos sus integrantes o, incluso, acudir a ella, cuando en el taller tan sólo están contratadas una o dos personas. ¿Formarse o atender la demanda? Imposible cubrir ambas. Por ello, los coches eléctricos están transformando ese pilar del negocio del automóvil que son los talleres.
Noruega anticipa la hoja de ruta
Noruega es actualmente el país europeo con mayor penetración del coche eléctrico. Por ello, sus datos son los más ilustrativos de lo que está por venir. Allí, los ingresos por mantenimiento y revisiones en modelos eléctricos son ya un 46% inferiores a los de los modelos de combustión, según el importador oficial de Volkswagen. Como es normal, la diferencia se acentúa sobre todo en coches de menos de cuatro años, que apenas pisan el taller salvo por cuestiones menores o mantenimiento preventivo.
Pero este tijeretazo no sólo afecta al bolsillo del cliente particular. Para las flotas, que acumulan más kilómetros y buscan reducir costes operativos, el mantenimiento reducido de los eléctricos es ya uno de los argumentos clave para priorizar su renovación de sus coches.
Sólo uno de cada cinco talleres independientes está certificado
Como ya se ha explicado, los coches eléctricos exigen unos conocimientos técnicos muy distintos a los de un modelo térmico. Por ello, para llevar a cabo ese puñado de arreglos de las pocas averías y mantenimientos que requieren, os talleres deben invertir, por ejemplo, en equipos de diagnóstico para sistemas de alto voltaje. Además de formar a su personal en áreas como baterías, electrónica de potencia o gestión térmica. Sin estas certificaciones, esas pocas pero complejas reparaciones no pueden realizarse legalmente, lo que deja fuera de juego a muchos talleres independientes.
El informe deja claro que el problema no es sólo técnico, sino económico. Las redes oficiales ya están adaptando sus servicios, pero entre los talleres independientes solo uno de cada cinco cuenta con la certificación necesaria para trabajar con coches eléctricos. Otro 25% puede intervenir únicamente en zonas sin relación con el sistema de alta tensión.
Mientras, el resto se limita a trabajos básicos, como cambio de neumáticos o revisiones visuales. Porque las inversiones en equipos de seguridad, software de diagnóstico y formación continua son elevadas. A ello, hay que sumar las dudas que se genera por el retorno todavía incierto en mercados, donde el parque eléctrico sigue siendo minoritario.
Por todo ello, a medio plazo, el sector vivirá una transformación estructural inevitable. Frente a los talleres más pequeños, con ese menor capital, que tendrán difícil asumir este salto tecnológico, los grupos más grandes tenderán a consolidarse, apostando por la especialización, la atención a flotas y la integración con servicios de recarga y diagnóstico digital.