No cabe duda de que ha sido una bocanada de oxígeno. La postura de la Unión Europea de alargar la vida de los coches de combustión más allá de 2035 supone un "cierto alivio" para los cerca de 400 talleres de automóviles que operan en Burgos y provincia. Y es que la mayoría de ellos aún no están adaptados ni cuentan con maquinaria ni personal especializado para atender masivamente a los vehículos eléctricos. No obstante, si bien la última decisión de Bruselas "aclara" el horizonte a medio plazo, no fija un criterio a seguir para el futuro de estas empresas familiares, que siguen "perplejas y desorientadas" ante los vaivenes en torno a su fuente de ingresos, el automóvil.
De hecho, según informa El Diario de Burgos, este nuevo giro de tuerca de la UE pilla a muchos talleres burgaleses con las persianas bajadas, lo que no quiere decir que no trabajen, pues en muchos casos están aprovechando estos últimos días del año para intentar reducir lista de espera y de pedidos sin acumular nuevos.
Como sucede en todo el país, el parque móvil está muy envejecido y hay una alta rotación en el mercado de segunda mano ante las dudas de qué coche comprar para atenerse a la normativa medioambiental y ante el alto coste y los problemas de carga de los eléctricos. Hay más coches que necesitan pasar por el taller y los talleres, como muchas otras industrias, no cuentan con el personal cualificado necesario para atender tanta demanda.
De manera natural, el sector, explica Gabriel Martínez, secretario general de Adeabur, la Asociación de Empresarios de Automoción de Burgos, se mueve para responder a la demanda y la actual no es la del vehículo eléctrico ni tampoco hay previsiones de que lo sea a plazo medio.
"Nosotros nos adaptamos, pero tenemos que planificar nuestras necesidades de formación y de inversión para el futuro, las políticas aleatorias de Europa generan perplejidad en el ciudadano y en la demanda de servicios al taller, por ello, los empresarios no saben a qué apostar», explica Martínez.
Pese a lo que digan los plazos políticos, los talleres de esta provincia castellana tienen claro que el eléctrico "no está funcionando" y es difícil que los modelos que actualmente se plantean tengan viabilidad futura, sostienen desde Adeabur, por escasez de materiales, por los rendimientos de las baterías y por las capacidades de recarga.
"El taller tiene claro que en los próximos años van a convivir distintas tecnologías y mecánicas, la eléctrica, la de combustión -incluso con los nuevos combustibles limpios- o el hidrógeno... En nuestro sector no sólo se atienden a los turismos, sino a camiones y, muy especialmente, vehículos agrícolas, que es seguro que no van a funcionar con baterías", enumera analizando en cada caso. Todo esto visualizar un panorama "muy complejo" y con múltiples variables que hoy no están resueltas.
Formación, suministro, equipamiento... Reparar eléctrico "aún sale caro"
Porque de lo que están seguros en Adeabur es que la implantación masiva de los coches eléctricos que busca Europa, haciéndolos más asequibles al bolsillo del consumidor, no es tan sencilla. Y es que requiere de unos talleres con personal formado y con herramientas específicas para actuar en estos vehículos. La indefinición que lastra todos estos cambios, denuncia Martínez, provoca que formar a los trabajadores "aún salga caro" si no hay una demanda clara: "Muchos empresarios se preguntan en qué formar a sus especialistas, porque eso requiere muchos recursos, no solo económicos sino en los tiempos que se restan para atender pedidos mientras se están formando".
En este sentido, los cursos bonificados para materias obligatorias tienen un coste añadido en horas de mano de obra y cotizaciones que empresas de tamaño pequeño como la mayoría de los talleres -entre 3 y 5 empleados- no se pueden permitir. La manida indefinición y las cargas que acarrean las decisiones de la UE tampoco ayudan a hacer de los talleres un sector atractivo para atraer a los jóvenes a los estudios necesarios.