Es el eterno problema. La escasez de recambios, o más bien los plazos de entrega de los mismos, viene lastrando de manera perenne a los talleres de Burgos. Capital y provincia. Desde la pandemia, con la crisis de los materiales, es una evidencia que este contexto general condiciona el servicio local. En el caso de los talleres de carrocería, la sangría es mucho más plausible: los tiempos de espera pueden demorarse incluso hasta un año. Otro handicap más que sumar a la falta de mano de obra y al cierre de talleres. 

Javier López, de Carrocerías Javi en el municipio de Villarcayo, es uno de los afectados. Habla de su situación y la del sector en el Diario de Burgos. A su parecer, esta situación "no va a cambiar, es un problema repetitivo e importante de gestión, de logística y de atención". "Antes los servicios oficiales disponían de la pieza y esperaban el pedido para enviarla, ahora el taller la pide y espera a que la fabriquen", matiza sobre un modus operandi que confiere "mayor lentitud" al proceso.

"Las piezas de poca rotación se piden a las fábricas y pueden tardar dos días, dos meses, medio año o más aún", por ello, a los talleres, "muchas veces no les queda màs remedio que buscar esos repuestos en otras redes de distribución o en los mismos desguaces", explica Ramiro Cuesta, profesional de García Cuesta Automoción. Es decir, que, en ocasiones, se generan tapones en los canales de suministro, porque, "al final, todos los talleres se ven obligados a beber de las mismas fuentes", reconoce.

Una doble "impotencia"

Un escenario desolador, puesto que los conductores se ven "impotentes" al no disponer de sus vehiculos durante semanas o meses, consecuencias graves tanto para profesionales como para conductores. Por ende, también los mecánicos, último eslabón de la cadena, pues son los encargados de dar la cara ante el cliente. Aunque la mayoría de los afectados asume la situación estoicamente, en ocasiones los nervios y la urgencia pueden generar desconfianza. "Alguno ha pensado que le estamos vacilando o que no le queremos atender, cuando la realidad es que no podemos hacer más hasta que nos llegue el recambio que hemos pedido", supedita López desde su taller de carrocería.

Porque no hay mucho mayor margen de maniobra. En este sentido, el mecánico de Villarcayo comprende que a las marcas "no les guste poseer miles y miles de euros inmovilizados en los almacenes". "Tengo claro que no es un problema del que sean culpables, pero sí hay "muchas piezas que tardan un montón de tiempo en suministrar, incluso las más sencillas". "En mi caso esperé un año entero para que llegara la unidad de control de un sensor de aparcamiento. Menos mal que no era una pieza inmovilizante", recuerda, con un ejemplo en primera persona, Javier López.