Reparación | Siempre hacia el confort: así han cambiado los asientos

Desde las hamacas del 2 CV a los asientos con masaje de hoy en día.

Asientos del Citroen CX Prestige (1975)
Asientos del Citroen CX Prestige (1975)

La historia del automóvil es una historia de innovación. Pero aunque algunas marcas son conocidas por novedades mecánicas como la tracción total o la suspensión hidroneumática, no hay que dejar en segundo plano los avances en una parte del vehículo tan importante para el confort del conductor y los pasajeros, como son los asientos

Y es que pese a que cuando hablamos de asientos tendemos a pensar en el color de la tapicería o la calidad de su acabado, no hay que olvidar que son los elementos que acogen el cuerpo de los ocupantes y aseguran su comodidad tanto en trayectos cortos como en recorridos de muchas horas. Por ello, casi desde los inicios del automóvil los fabricantes han venido mejorando esta pieza fundamental del vehículo. 

Los asientos han vivido una gran evolucion en los últimos 100 años
Los asientos han vivido una gran evolucion en los últimos 100 años

Por ejemplo, Citroën lleva casi 100 años investigando en aspectos como la ergonomía, la seguridad y la modularidad, desde el C2 de tres plazas de 1924 y su asiento trasero en posición central, hasta el nuevo C4 Cactus, que incorpora los asientos Advanced Comfort. Todo para convertir los asientos en uno de los puntos clave de sus coches. 

Así, los asientos confortables ya eran una seña de identidad de los coches de la marca en los años 20 y 30 del siglo pasado. Tanto que el fundador de la empresa, André Citroën, utilizó la comodidad y el acabado de los asientos de sus coches como gancho publicitario. En el C6 Grand Luxe de 1931, las butacas fueron las protagonistas de la portada del catálogo de lanzamiento del vehículo, como signo de habitabilidad.

Posteriormente llegó el mítico 2 CV, en el que destacaban los asientos tipo hamaca. A su comodidad, estos unían la ventaja de ser totalmente extraíbles, por lo que se podían usar para sentarse en el exterior en las excursiones campestres. Todo un ejemplo de modularidad.

Citroen 2CV
Citroen 2CV

En América, donde los conductores pasan largas horas en el interior del automóvil, los asientos fueron un caballo de batalla de las marcas para ganar adeptos. Todavía se recuerda la revolución que supuso el Cadillac ElDorado de los años 50, buque insignia de la firma, al incluir el asiento del conductor eléctrico con memoria, y banquetas con calefacción independiente para las plazas delanteras y traseras.

En los años 70, los modelos GS, CX y SM de Citroën incluyeron nuevos asientos con amortiguación suave y apoyo para el muslo y las piernas, así como un relleno lumbar. El CX Prestige ofrecía asientos tipo salón en la parte trasera, inspirados en los aviones privados, junto a reposapiés elevados. Mientras, el SM contaba con asientos reclinables de cuero.

En los 80 destacó otra marca francesa, Renault, con el monovolumen Espace. Lo innovador del concepto se manifestaba, junto a su diseño, en las tres filas de asientos, que mantenían el aspecto interior de un turismo pero adaptado a una familia numerosa.

En los años 90, la modularidad fue la protagonista tras el lanzamiento en 1991 del Citroën ZX y su banqueta trasera abatible, que multiplicaba las posibilidades de su maletero y fue introducida por modelos de otras marcas en los años posteriores.

Asientos del Citroen C4 Cactus
Asientos del Citroen C4 Cactus

En los últimos tiempos destacan los asientos de confort con función de masaje Energizing para conductor y acompañante del Mercedes-Benz S 500 Coupé. Aunque se trata de un extra en un modelo de lujo, no es aventurado pensar que, al igual que otras innovaciones, llegue el día en que sea un elemento común en los coches de gran serie.

En resumen, en el siglo largo de historia del automóvil se ha tenido muy en cuenta la importancia de los asientos al diseñar e idear las novedades de los vehículos, marcando modas y tendencias y poniendo el acento en valores como la modularidad y la polivalencia. Y ello sin perder de vista el confort o la exigencia de hacer que tanto la persona que conduce como sus acompañantes se sientan como en su propia casa.

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