Según la reglamentación actual, los talleres de automoción se consideran productores de residuos, con el añadido de que algunos de ellos se califican como tóxicos y/o peligrosos.

Así, la normativa recoge que los residuos se deben almacenar en el exterior del local o en una zona apartada del recinto que no interfiera en las zonas de trabajo techada y que esté bien ventilada. Además, se tienen que separar los residuos según su tipología en contenedores homologados y etiquetarlos.

La regulación subraya la importancia de no realizar vertidos en el alcantarillado público ni desechar los residuos en contenedores o lugares no habilitados, llevar un control general del residuo y gestionarlo a través de una empresa autorizada por la administración.

La Policía Municipal de Madrid ha localizado recientemente un taller que vertía a la red de alcantarillado público residuos contaminantes, con lo que se desprendían gases presuntamente tóxicos que llegaron afectar a una guardería, donde pudieron apreciar un fuerte olor a amoniaco que procedía del desagüe de la cocina, tal como informa la agencia Europa Press.

Los agentes pudieron comprobar por los conductos de alcantarillado que el olor procedía de la calle contigua donde se encontraba el mencionado centro de reparación.

Al entrar en el establecimiento, la policía sorprendió a una persona limpiando radiadores de vehículos con una pistola a presión con disolventes y productos de gran contenido en amoniaco, volcando todo el líquido en la red de alcantarillado público, con el peligro que esto representa al poder filtrarse en los conductos del canal.

Además, el taller carecía de contrato con una empresa gestora de residuos, autorización de la Comunidad de Madrid como productor de residuos peligrosos y contenedores homologados para el depósito de residuos, entre otros.

Por ello, se presentó una denuncia de la Dirección General de Medio Ambiente y Sostenibilidad, abriendo un expediente sancionador de carácter grave por los hechos.