Ir pegado al volante podría dejar de ser una metáfora y convertirse en una realidad literal si a los fabricantes de coches se les va la mano con el uso de adhesivos para ensamblar sus vehículos.

Según cuenta El Economista, las normas sobre emisiones están obligando a los fabricantes a producir modelos cada vez más eficientes, lo que muchas veces se consigue reduciendo su peso.

Esto lleva consigo la utilización de materiales más ligeros, como el aluminio y otros compuestos, que no se pueden soldar. Por eso, algunas compañías, como Audi o General Motors, han comenzado a utilizar adhesivos industriales para ensamblar algunas partes de los coches, como puertas y parachoques.

Al parecer, estos pegamentos no solo contribuyen a reducir el peso de los vehículos, sino que también ofrecen otras ventajas, como la absorción de impactos o la reducción de la sonoridad en el interior.

Compañías como Henkel y Atlas Copco ya han experimentado un incremento de los pedidos y esperan seguir aumentando sus ventas en los próximos años gracias a las nuevas aplicaciones de sus adhesivos.