Sabido es que el lavado a máquina no es recomendable para mantener en buen estado la pintura del automóvil. Los cepillos de los rodillos son demasiado agresivos y pueden producir pequeños arañazos en la carrocería.

Pero no es este el único problema que pueden generar los túneles de lavado. La popularización de los sistemas de asistencia a la conducción ADAS ha impulsado la inclusión de numerosos sensores que perciben el entorno del vehículo. Unos elementos delicados cuya calibración, además, es clave para la seguridad del automóvil.  

Y aquí es donde la firma de software de valoración y gestión de siniestros GT Motive alerta del impacto de los túneles de lavado. Los cepillos giratorios de grandes dimensiones podrían alterar la calibración y precisión de los sensores, e incluso llegar a romperlos. Además, los restos de jabón o manchas de agua pueden obstruirlos.

Si los sensores resultan dañados, el mapa tridimensional del entorno del coche proporcionado por sus lecturas no será fiel a la realidad. Por ello, el manejo del automóvil no sería todo lo preciso que debería.

De hecho, la compañía de limpieza y mantenimiento de los coches autónomos de Waymo tuvo que sustituir los túneles de lavado por espacios en los que sus empleados limpian los vehículos de la forma tradicional, con un cubo de agua, trapo y jabón. Otras compañías que investigan en el desarrollo del coche autónomo, como Uber, Aptiv, Drive.ai o Toyota, usan paños de microfibra impregnados en alcohol, agua o limpiacristales para limpiar a mano sus automóviles.

Esta necesidad de cuidar los sensores implica también que la carrocería del coche autónomo deberá limpiarse con mayor frecuencia. La suciedad, el barro, los insectos muertos, los excrementos de pájaros o las manchas de agua pueden alterar su funcionamiento y, como consecuencia, mermar la capacidad del vehículo para moverse con seguridad.