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Treinta años en el neumático: un recorrido que termina en agradecimiento, por Víctor Manuel Cañizares

Carta de despedida de Yokohama del directivo para los lectores de Infotaller, en la que repasa desde sus inicios como becario hasta su salida del fabricante japonés. Tres décadas en las que el sector y el usuario se han transformado por completo.

Publicado: 02/12/2025 ·11:05
Actualizado: 02/12/2025 · 11:05
  • Víctor Manuel Cañizares, ex presidente de Yokohama Iberia.

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Cuando uno mira el retrovisor después de casi treinta años en el mismo sector, lo más honesto es reconocer que ha cambiado todo… y que, al mismo tiempo, hay cosas esenciales que permanecen. Empecé en Yokohama Iberia a mediados de los años 90, como becario, ayudando en lo que hiciera falta: desde apoyar a la red comercial por teléfono hasta descargar neumáticos de los camiones. Poco después pasé a la calle como gestor de zona y, con los años, asumí responsabilidades de dirección en Iberia y en Europa.

Aquello no era sólo el inicio de una carrera profesional; era también el comienzo de una transformación profunda del mercado del neumático. Entonces el canal estaba muy claramente segmentado entre talleres de mecánica y talleres de neumáticos, el usuario tenía muy poca información (internet apenas existía en la toma de decisiones) y la prescripción del taller especialista era casi absoluta. Las marcas eran pocas, los niveles (premium, quality, budget) estaban muy definidos, y la inflación hacía que la reposición del neumático fuera un negocio razonablemente rentable para todos los eslabones de la cadena.

Un posicionamiento "excéntrico"

En ese contexto, Yokohama desembarcó en la Península con un posicionamiento que algunos podían considerar “excéntrico”: apostar por las altas y ultra altas prestaciones cuando el grueso del mercado seguía anclado en códigos de velocidad más bajos y en productos menos sofisticados. Desde el principio, nuestra estrategia se basó en diferenciarnos por tecnología, prestaciones y especialización, más que por guerra de precios o volumen a cualquier coste.

Con el tiempo, el propio mercado confirmó que aquel camino tenía sentido. El segmento UHP creció, la demanda de productos específicos por uso se disparó y el usuario comenzó a valorar cada vez más la seguridad, el comportamiento y el respeto al medio ambiente. En paralelo, nuestro sector pasó de hablar de “exceso de capacidad productiva” a convivir con la escasez en ciertas gamas: camión, obra pública, minería… Los países emergentes, especialmente en Asia, se convirtieron en grandes demandantes y, también, en nuevos competidores.

En estas tres décadas he visto cómo surgían y se consolidaban nuevas fórmulas de distribución, cómo los concesionarios ganaban peso en reposición, cómo nacían redes de franquicia impulsadas por fabricantes y distribuidores, y cómo el taller se iba profesionalizando, invirtiendo en formación, equipos, procesos y experiencia de cliente. También he visto crecer un fenómeno que nos preocupa a todos: la competencia desleal de talleres ilegales, que ni contribuyen fiscalmente ni respetan las normas medioambientales, y que distorsionan la rentabilidad de quienes sí hacen las cosas bien.

El usuario ha cambiado por completo

En paralelo, el usuario final ha cambiado por completo. Hoy llega al taller mucho más informado, compara, pregunta, exige transparencia y valora el servicio tanto como el producto. La movilidad se ha diversificado; hablamos de vehículos electrificados, de nuevas formas de propiedad y uso, de sostenibilidad, de ciudades que repiensan su tráfico. Y, sin embargo, el neumático sigue cumpliendo la misma función esencial: ser el único punto de contacto entre el vehículo y la carretera. La seguridad vial continúa siendo el núcleo de nuestra razón de ser como industria.

La crisis financiera primero y la pandemia de la COVID-19 después han puesto a prueba la resistencia de empresas, equipos y modelos de negocio. En nuestro caso, decidimos mantener la actividad para garantizar el suministro en plena emergencia sanitaria, reforzamos la digitalización de procesos, desplegamos el teletrabajo apoyándonos en programas de conciliación que ya veníamos desarrollando y, sobre todo, apostamos por la relación de largo plazo con todos los stakeholders: clientes, proveedores, empleados y accionistas. Esa confianza mutua nos permitió asumir riesgos, reordenar calendarios de pago, lanzar proyectos nuevos y seguir invirtiendo cuando más difícil parecía.

Mirando atrás, si tuviera que resumir la filosofía que ha guiado mi recorrido, hablaría de tres ejes: diferenciación, alianzas y responsabilidad. Diferenciación en producto y posicionamiento, huyendo de convertir el neumático en una commodity sin valor. Alianzas, porque nuestro desempeño es inseparable del de los talleres, distribuidores, flotas, proveedores logísticos, medios especializados y, en definitiva, de todo el ecosistema. Y responsabilidad, tanto con las personas que forman parte de las organizaciones como con la sociedad y el medio ambiente: desde la apuesta por carcasas recauchutables hasta los programas de seguridad vial y la gestión responsable del neumático fuera de uso.

Hoy cierro mi etapa en Yokohama y, con ella, una larga singladura en primera línea de la gestión de marca en Iberia y en Europa. Profesionalmente ha sido un privilegio participar en la integración de culturas de trabajo tan distintas como la japonesa, la portuguesa y la española; contribuir a que la filial evolucionara; ver crecer a equipos de “alta competición” que han sabido combinar rigor, cercanía al cliente y espíritu de servicio; y acompañar a muchos profesionales del canal en sus propios procesos de transformación.

Pero, por encima de los cargos y las cifras, me quedo con las personas y con el propio sector del neumático. Con las conversaciones interminables en los talleres, las visitas a almacenes en pleno verano, las ferias, las convenciones, las entrevistas en medios, los debates sobre la mejor forma de defender el margen sin renunciar a la competitividad, o sobre cómo seguir aportando seguridad y valor al usuario final en un entorno en constante cambio.

Por eso quiero terminar este artículo como empecé mi despedida pública: con un agradecimiento. A los clientes que apostaron por una marca que en su día muchos pronunciaban como “Yokoqué”, y que hoy forma parte del paisaje habitual del mercado; a los accionistas y directivos que confiaron en proyectos a largo plazo; a los proveedores y socios que nos ayudaron a hacer realidad cada plan; a los equipos con los que he trabajado dentro y fuera de España; y, muy especialmente, a todos los profesionales del sector del neumático y de la movilidad en Iberia que, con su esfuerzo diario, hacen posible que millones de personas se desplacen con seguridad.

Yo emprendo ahora un nuevo tramo de carretera, con la serenidad de quien siente que ha completado una etapa y con la gratitud de haberla compartido con tantos compañeros de viaje. Al sector sólo puedo desearle lo mejor: que siga innovando, defendiendo la calidad y el servicio, y construyendo una movilidad cada vez más eficiente y sostenible.

Gracias por este viaje compartido.

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