Las válvulas de los neumáticos son unas pequeñas piezas que suelen recibir menos atención de la que merecen. Sin embargo, son un elemento importante para la seguridad del vehículo, ya que sellan la salida del aire, aunque el tapón es una segunda protección que puede ser vital en algunos casos.

Desde Asetra explican que gracias a la estructura de la válvula, la propia presión que ejerce el aire en el interior del neumático sella herméticamente el conducto de inflado, lo cual impide cualquier fuga. Esto hace que, en un principio, no haga falta el tapón.

Por otro lado, si la válvula tiene algún defecto y no están bien selladas, a veces, los automóviles circulan con pequeñas fugas de aire. No obstante, en la mayor parte de los casos, la pérdida es lenta y se define como algo normal por el paso del tiempo.

En el caso de circular a alta velocidad, la presión y la temperatura en los neumáticos sube y, como consecuencia, la pérdida puede ser mayor y más repentina, ya que se agrava el problema de la válvula.

En tales situaciones, el tapón ejerce una función básica, puesto que si está bien apretado puede impedir que el aire que se pierde por el fallo de la válvula salga al exterior y, de esta forma, mantener la presión correcta en el neumático. Además, el tapón (metálico o de plástico) protege a la válvula de efectos que puedan dañarla.

A esto hay que añadir que el tapón crea un vacío en el interior de la boca de inflado que aísla la válvula si hay aceleraciones bruscas y velocidades extremas (conducciones muy agresivas en circuito).