Tratamiento Neumáticos Usados (TNU) recogió 83.816 toneladas de neumáticos fuera de uso el año pasado, según figura en su Memoria 2019. En total, desde el inicio de su actividad, TNU lleva reciclados 783.718,850 toneladas de neumáticos usados, gestión que ha contribuido a evitar el grave impacto que implica su abandono y degradación química en vertederos ilegales.
De los neumáticos fuera de uso gestionados en 2019, el 13,23% se destinó a renovado y reutilización para un segundo uso, el 42,81% a valorización material mediante el aprovechamiento de sus componentes (caucho, fibra textil y acero), que se recuperan para nuevos usos, como losetas de seguridad y pavimentos para parques infantiles, canchas deportivas, césped artificial, techos para viviendas, aislante acústico, proyectos de obra civil, etc. y el 43,96% restante a valorización energética.
El renovado de neumáticos es la opción más ecológica, al ser la técnica que menos residuos genera, aprovechando el 100% de los neumáticos que se procesan. Otras de sus ventajas son el ahorro ecológico y económico: ahorro de petróleo, de agua, energético y de emisiones de CO2. La reutilización retrasa la entrada de los neumáticos usados en el flujo de residuos, contribuyendo al modelo de economía circular. Este proceso aporta beneficios a la sociedad y al medio ambiente, puesto que se fomenta la utilización de neumáticos eco-responsables y disminuye el número de neumáticos nuevos necesarios, reduciendo, al mismo tiempo, el consumo de recursos naturales y de energía de fabricación.
Solo el año pasado, la gestión de neumáticos usados de TNU, extrapolada a términos ecológicos, supuso dejar de emitir más de 3.426 millones kg de CO2 a la atmósfera, ahorrando más de 1.097 millones de litros de petróleo y 91.694 millones de litros de agua.
Además, el reciclaje de neumáticos usados reduce la degradación del suelo, que afecta a su fertilidad y a toda la biodiversidad (microorganismos, plantas y macrofauna) que depende y se nutre de él. Otras problemáticas ecológicas y sanitarias derivadas son la proliferación de mosquitos tigre, a causa del estancamiento de aguas en el interior de las cubiertas abandonadas, y la emisión de gases químicos perjudiciales (mercurio, plomo, ácido sulfúrico o dióxido de carbono) que debilitan la capa de ozono a consecuencia de la quema descontrolada de NFU.
