MS Motorservice International GmbH ha ampliado su surtido de productos con sensores de presión diferencial. Junto con las sondas Lambda y los sensores de temperatura de los gases de escape, se trata del tercer grupo de productos en el sector de los sensores de gases de escape que el especialista en repuestos distribuye con la acreditada calidad de Pierburg. Con los 19 artículos disponibles actualmente, se puede cubrir un parque internacional de casi 90 millones de vehículos, y el surtido se amplía continuamente.

Mientras que algunos sensores de presión diferencial de los fabricantes de vehículos solo están disponibles como módulo completo con otros componentes, como mangueras o soportes, los sensores de Motorservice se pueden pedir por separado como componentes individuales. Esto tiene la ventaja de que no hay que sustituir todo el módulo en caso de avería, lo que es más respetuoso con el medio ambiente y ahorra costes, según aseguran.

Sus aplicaciones más frecuentes

La aplicación más frecuente de los sensores de presión diferencial es determinar el estado de carga del filtro de partículas diésel. No obstante, con su ayuda también puede determinarse, por ejemplo, si un filtro de aire o un radiador EGR está atascado u obturado. Normalmente, el sensor mide para ello la diferencia de presión delante y detrás del componente y, con ello, la pérdida de presión que este causa.

Con menos frecuencia también se mide la diferencia de presión respecto de la presión ambiental. Debido a las normativas de gases de escape más estrictas, los sensores de presión diferencial también se montan cada vez más en los filtros de partículas Otto de los vehículos de gasolina.

Tal y como explican, el sensor consta de dos cámaras separadas entre sí por un elemento piezoeléctrico. Este reacciona sensiblemente a la presión y convierte la diferencia de presión en valores medibles eléctricamente. Si el sensor está defectuoso, no puede determinarse, por ejemplo, el estado de carga del filtro de partículas. Esto puede dar lugar a que este no se regenere y se dañe de forma irreversible. En el peor de los casos, además de pérdidas de potencia y la costosa sustitución del filtro de partículas, también pueden producirse averías en otros componentes del sistema de escape.