El derrumbe de las ventas de vehículos desde que el Gobierno declarase el estado de alarma ha sido la tónica en un sector que ya venía experimentando caídas en los dos primeros meses del año. Así, las matriculaciones cayeron el mes pasado el 69%.

Pese al cierre de concesionarios y fábricas, ya se estudia cómo se debe abordar la vuelta a la actividad y qué incentivos marcarán los precios. Para ello, los empresarios solicitan líneas de crédito que garanticen liquidez de empresas y empleos, ya que las patronales son conscientes de que cuando acabe el confinamiento la prioridad no será adquirir coches, según publica El Periódico.

Para dinamizar el mercado, las asociaciones automovilística exponen diferentes escenarios. Desde Anfac se considera que sería adecuado un plan de choque que reactive las fábricas, dé certidumbre a los usuarios e incentive el mercado.

Por su lado, Faconauto, ante el stock de 200.000 vehículos que hay sin vender, prevé que habrá una gran presión comercial al abrir con rebajas del 20% respecto al precio habitual. Además, la patronal reclama que el Gobierno presione más a Bruselas con el fin de que se establezca una moratoria sobre la entrada en vigor de la normativa que limita las emisiones de CO2 de los vehículos ligeros hasta 95 gramos de CO2 por kilómetro recorrido.

Asimismo, desde el sector se considera que, ahora más que nunca, es necesario un plan de achatarramiento de vehículos antiguos y poner en marcha el Plan Pive, con incentivos de entre 750 y 1.000 euros para vehículos normales y 3.000 o 4.000 euros para eléctrico.

"No podemos pensar que después de la gran crisis económica el cliente va a salir de su casa y se va a comprar un coche de 40.000 euros", señala el presidente de Faconauto, Gerardo Pérez. "Lo importante ahora es vender".