El coronavirus es una anécdota del telediario cuando hay infectados, hospitalizados y unos pocos muertos a 10.000 km.

Mira por dónde, nos cancelan el Mobile World Congress. ¡Exagerados! 

Cuando lo encontramos en Italia nos ponemos firmes. A la que lo tenemos en España, ojo. Esto va en serio. 

Los médicos insisten en que no. Que no pasa nada. Que tranquilos todos. Que es peor la gripe normal.

Las redes sociales son un entretenimiento eficaz donde se demuestra que hay gente muy creativa, con mucha imaginación y sentido del humor, y con mucho tiempo libre. Te ríes, siempre y cuando no te afecte, claro.

Las mascarillas y los geles están agotados en toda Europa y, en general, en medio mundo

Las bolsas han caído generalizadamente. Caídas de dos dígitos que ponen los pelos de punta a cualquiera que tenga ahorros en bolsa o fondos de inversión

El personal está asustado. ¡Lo que le faltaba a la venta de coches! No teníamos bastante con las restricciones de contaminación y al miedo a comprar una cosa o la contraria, ahora, a la vista de la extinción de la humanidad, ¿quién se atreve a comprar un coche nuevo?

Las aseguradoras están nerviosas. No se compran coches, no se venden seguros. Empiezan los regalos envenados. ¿Seis meses gratis? Intuyo que es ilegal, aunque les dé igual. Y no tengo ninguna duda que la broma la pagarán los talleres recomendados. No tenías bastante, ahora viene el segundo plato. Los peritos vendrán más collados, porque también les collan a ellos. Pringa el de siempre.

Los talleres están notando la falta de alegría. Como siempre, las malas noticias, los indicadores económicos adversos, repercuten directamente en los talleres.

Paciencia. Los clientes volverán. Seguro.

Lo malo es que estos negocios que se aguantan solo cuando los tenemos al 100% de ocupación... mal asunto.

¿Cambios a la vista? Ya tocaría. Llevamos ya 20 años del siglo XXI, aunque a algunos les dé igual o no se hayan dado cuenta.