En los últimos años los talleres de reparación están viviendo un proceso de actualización constante. La llegada de vehículos eléctricos, híbridos o con sistemas GLP son nuevos retos para los profesionales, a los que también se suman los modelos equipados con pila de combustible de hidrógeno.

En este último caso, además de las herramientas y equipos necesarios para afrontar la reparación, hay que tomar ciertas precauciones, ya que el hidrógeno es un material inflamable. La principal ventaja de estos vehículos es que la batería se puede recargar con fuentes alternativas como la energía solar o la eléctrica.

Contar con un sistema de ventilación óptimo, así como con un detector de hidrógeno serán claves para trabajar con estas celdas de combustible, según explican desde el blog de Loctite.

Rentabilidad

La principal queja de los talleres hacia esta tecnología es la rentabilidad del negocio. Para trabajar con ellos es necesario un equipo especial y hay profesionales que se preguntan si compensa invertir en esta tecnología.

En primer lugar será necesario contar con guantes que resistan cargas de hasta 1.000 voltios. Hay que saber que actualmente, los vehículos con pilas de hidrógeno están alimentados por electricidad. Además, hay que desconectar todas las conexiones y utilizar herramientas con elementos aislantes para evitar electrocuciones.

Actualmente, la mayor parte de estos trabajos se llevan a cabo en los propios concesionarios, ya que son los propios fabricantes quienes tienen las piezas y herramientas específicas para llevarlas a cabo., Además, la mayoría de  talleres deberían hacer frente a importantes gastos para incorporar en sus instalaciones las medidas de ventilación y seguridad pertinentes.

Ambos factores unidos hacen que muchos talleres duden de si resulta rentable adaptarse para reparar coches con pila de combustible o no.