Electromecánica | Qué averías pueden sufrir los sensores de revoluciones

Si están en mal estado, el testigo de gestión del motor alerta de la avería, ya que puede imposibilitar el arranque.

Es revisar los sensores de revoluciones cada 25.000 km
Es recomendable revisar los sensores de revoluciones cada 25.000 km

Con el fin de que el motor del vehículo alcance un buen nivel de funcionamiento es imprescindible el sensor de revoluciones, el cual detecta las vueltas a las que gira el árbol de levas y el cigüeñal, y envía la información a la unidad de control del dispositivo para su procesamiento.

Para ello, el sistema detecta las variaciones magnéticas que se desarrollan entre el captador del sensor y el elemento de giro, que varían según el sistema. La información captada se traduce a una señal eléctrica y se manda a la ECU (electronic control unit) para que establezca la cantidad de combustible que se debe inyectar en cada momento, tal y como explica Loctite en un post en su blog.

Con ello también se puede regular la presión de soplado del turbo, la recirculación de los gases de escape y reflejar las revoluciones del motor en el cuadro de instrumentos.

El artículo indica que existen dos tipos de sensores de acuerdo con la posición en la que se ubiquen en el motor: en el cigüeñal (informa de la velocidad a la que gira el éste y acciona la marcha del vehículo, con lo que se ubica la posición de los pistones y se determinan los tiempos de inyección, así como el accionamiento del motor) y en el árbol de levas (controla la frecuencia de este sistema que regula la apertura y cierre de las cámaras de combustión a través de las válvulas).

Asimismo, en función de la tecnología empleada está el sensor inductivo y el de efecto Hall. Los profesionales de Loctite explican que el primero tiene un imán que polariza el elemento férreo giratorio. A su vez, la alteración magnética generada en el imán se traslada a la bobina. El resultado del pulso de corriente en ambos extremos de la bobina es la señal de salida del sensor que interpreta la centralita del motor.

En cuanto al de efecto Hall, este posee un chip semiconductor anclado a una placa electrónica que, al ser sometida a la fuerza de un campo magnético, genera una señal eléctrica.

Por otro lado, la enseña subraya que si uno de estos sensores está en mal estado, el testigo de gestión del motor alerta de la avería y puede provocar imposibilidad o dificultad para arrancar el vehículo, error de lectura del contador de revoluciones en el cuadro de instrumentos, pérdida de potencia y eficiencia del motor, rateo o tirones en el motor, error en la recirculación de los gases de escape, parada en marcha del motor y desgaste por el colapso de los pistones, las bielas, el cigüeñal y las válvulas.

Para evitar estas situaciones, y aunque son dispositivos de gran durabilidad, Loctite recomienda revisar los sensores de revoluciones cada 25.000 km verificando los valores obtenidos con la máquina de diagnosis y contrastarlos con los valores recomendados por el fabricante.

Asimismo, se debe comprobar el estado del cableado y conexionado del sensor, ya que pueden romperse por fricción o calentamiento y no dar señal o una señal intermitente.

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