Hay una ley no escrita en los empresarios de la vieja escuela que dice que la productividad y el horario van intrínsecamente relacionados. Cuantas más horas esté un empleado en su puesto de trabajo, más produce, y así nos encontrábamos jornadas laborales de más de 10 o 12 horas y 6 días sin descanso (incluso encadenar dose semanas seguidas). Pero, ¿realmente la empresa obtenía la productividad esperada? Mi exjefe me dijo una vez que hablamos del horario "con lo que te pago te puedo tener aquí trabajando 24 horas si quiero". Huelga decir que ya no es mi jefe.

La lucha por los derechos sociales (y la buena conciencia de muchos empresarios) consiguió reducir a un máximo legal las horas anuales y, al final, se han estandarizado las 40 horas a la semana, que por norma general se dividen en 8 horas al día. Pero la pregunta continúa sobrevolando: ¿un trabajador es igualmente productivo durante las 8 horas que trabaja en un día? Por ende, ¿compensa que trabaje jornadas de 8 horas o con 7 haría el mismo trabajo? (Está demostrado que el nivel de productividad de cualquier persona va disminuyendo cuantas más horas esté en activo sin descanso) Y si hace el mismo trabajo, ¿se le debería pagar lo mismo, o menos ya que dedica menos horas a la empresa?

Por otro lado, eran miles las empresas que se negaban en rotundo a implantar el teletrabajo. "Si no están en la oficina, en su casa no harán nada, ya que no podré controlarles", pero llegó la pandemia y tuvieron que implantarlo por las bravas y "confiar" en sus empleados y resultó que la productividad se mantuvo, incluso aumentó en muchos de los casos. Los trabajadores no eran tan malos como pensaban los gerentes y solo pedían hacer su trabajo de un modo más cómodo.

Y diréis: "Todo eso está muy bien Jorge, pero yo tengo un taller cara al público y no pueden teletrabajar mis mecánicos, ni reducir el horario de apertura”. Es verdad, no podéis llevaros a vuestra casa el trabajo, y tampoco controlar cuándo llegará una grúa con el coche de un cliente, pero siempre hay margen de mejora, y hacer la vida de los trabajadores más agradable.

A dónde quiero llegar es que el sueldo que cobra un trabajador no debería ir en función de su jornada laboral, sino por el trabajo realizado (con la calidad exigida) en un periodo largo de tiempo (un mes por ejemplo), independientemente de dónde o cómo lo realice. Por ejemplo, Pepe es capaz de facturar 6.000 euros de mano de obra en un mes trabajando 8 horas al día, y Juan también, con la misma calidad y eficiencia, pero lo hace en 6 horas al día y las otras 2 horas las dedica a estar tumbado descansando, ya que prefiere ir al 120% y a partir de la sexta hora, ya no tiene fuerzas para rendir más. ¿Deberían cobrar lo mismo o deberíamos penalizar a Juan por pasarse 2 horas al día tumbado?

Cada persona es un mundo y no debería medirse con el mismo rasero a todos por igual. Cada uno tiene sus necesidades y motivaciones, y es labor de los jefes de equipo, directores, y gerentes el detectarlas y hacerles su trabajo más placentero para que al final la productividad de la empresa crezca, ofreciendo el teletrabajo a aquellos a los que sus puestos se lo permitan, jornadas flexibles para compaginar su vida personal y laboral, motivándolos y premiándolos, formándolos y ascendiéndolos si se lo merecen, o dándoles herramientas para que su trabajo sea más cómodo y eficaz (no hay nada más frustrante que no poder completar un trabajo con la calidad que sabes que eres capaz, por la simple carencia de medios para conseguirlo).

¿Y vosotros que pensáis? ¿A más horas más productivo?