Hace ya algún tiempo que han surgido multitud de empresas que ofrecen nuestros servicios. Como si de una subasta se tratase y metiendo a todos en el mismo saco, quieren que nos peleemos a ver quién ofrece el precio más bajo.

Pero me resisto a simplificarlo todo al precio. Posiblemente no sea mi fuerte y por eso me resisto, pero hay tantos talleres y tan distintos que ser elegido sólo por el mejor precio sin ver todo lo que hay detrás, me parece muy arriesgado. 

No sé qué nos deparará el futuro. Puede ser que acabemos como los hoteles o como las aseguradoras, casi perdiendo nuestra personalidad y nuestra identidad. Si buscas cualquier hotel en Google, siempre aparecen primero algunas páginas de comparadores de alojamiento. Si buscas y rebuscas puedes encontrar la web del hotel que es lo que yo hago. Me gusta conocer de primera mano donde voy a alojarme y verlo con mis propios ojos. Además, llamo siempre directamente al hotel y reservo una vez solventadas mis dudas. Con las aseguradoras está pasando algo parecido: ya hay multitud de comparadores.

Pero alojarme en un hotel no pone en peligro mi vida, viajar con mi coche, sí. No debemos perder de vista la importancia de una buena o mala reparación o la utilización de un recambio u otro. Por lo menos, debemos ser estrictos y vigilantes en lo referente a nuestro coche. Subimos a él todos los días. No sólo por nosotros, sino también por los nuestros, ellos dependen de nosotros.

Si el precio es el mejor, perfecto, pero que el servicio sea el adecuado. A veces el mejor servicio al precio más barato, es muy complicado.

No podemos luchar con esos buscadores tan potentes, pero podemos estar ahí, para que nos vean con sus propios ojos, nos juzguen y decidan ir o no, por lo que han visto, no por si he ganado la batalla del precio con otro taller.

Si me buscas, me encuentras.