Tener unos conocimientos adecuados sobre todos los componentes del coche, para qué sirven y qué se necesita para un mantenimiento óptimo, es uno de los requisitos que buscamos en un buen profesional de un taller de reparación.

Los mecánicos sabrán a la perfección diferenciar entre una cadena y una correa de distribución, dos elementos que encontramos en el sistema del motor del vehículo y que se encargan de coordinar los elementos del mismo para un correcto movimiento.

Así es como estos componentes del motor se encargan de coordinar el movimiento del cigüeñal y del árbol de levas para que las válvulas se abran y se cierren sin golpear los pistones. En términos generales, y como recuerdan desde Midas, el motor solo puede llevar la cadena o la correa de distribución, pero no las dos juntas, aunque existen modelos que se saltan esta norma no escrita y comparten espacio y funcionalidad en un mismo motor.

La cadena de distribución

Una de las principales diferencias es que la cadena de distribución no se cambia nunca, salvo en caso de avería. Lo importante es que se realice una tarea de seguimiento y mantenimiento para su correcto funcionamiento.

La correa de distribución

La correa de distribución no durará toda la vida útil del motor, esta debe cambiarse teniendo en cuenta el kilometraje. Los mecánicos expertos recomiendan respetar los plazos que el propio fabricante marca, que pueden variar entre superar los 60.000 y los 240.000 kilómetros.

Pese a ser necesaria su sustitución, una de las ventajas de la correa es que está hecha con goma, a diferencia de la cadena que es de metal, resultando más ruidoso. Esto también se traduce en un aumento de su elasticidad y unos costes de fabricación más bajos,

Los profesionales de los talleres de reparación tienen que estar cualificados para poder aconsejar a sus clientes si es mejor optar por una cadena o correa de distribución, realizar las revisiones de las mismas y poder explicar las ventajas de cada opción.