La imaginación de los cacos no tiene límites. El último en comprobarlo ha sido el dueño de un taller de Ferreira do Valadouro (Lugo), al que los ladrones accedieron desmontando algunas uralitas del tejado para hacerse con su botín.

Según explica la prensa local, los ladrones intentaron entrar a través de una zona distinta pero fracasaron. Por ello se trasladaron al área situada sobre la cabina de pintura del taller para descolgarse por las chimeneas y robar en el interior del establecimiento.

Se llevaron dinero en efectivo, además de diversa maquinaria de taller, como un equipo de diagnosis o tres sierras radiales. También se hicieron con neumáticos nuevos y alrededor de dos cajas de lubricante. Para sacar el material por el techo del local utilizaron una escalera plegable.