El negro es uno de los colores más escogidos por los usuarios en todo el mundo, ya sea en un acabado sólido o metalizado. Pero no todos los negros son iguales. Así, durante el pasado Salón de Frankfurt BMW presentó la tercera generación del X6 con una unidad repintada con VantablackVBx2, “el negro más negro del mundo”.

VantablackVBx2, según explica Certified First en su blog, es una gama de recubrimientos y pinturas extremadamente negras. Su nombre es un acrónimo de la tecnología que activa a este negro: Vertically Aligned Nano Tube Array (Matriz de Nano Tubos Alineados Verticalmente), una matriz hecha de carbono.

Dichos nanotubos de carbono poseen una longitud de entre 14 y 50 micrómetros, y un diámetro de 20 nanómetros (5.000 veces más fino que un cabello humano). Es decir, que en un centímetro cuadrado caben alrededor de 1.000 millones de nanotubos de carbono alineados verticalmente. Esto hace que cualquier luz que incida sobre esta superficie es absorbida casi por completo, en lugar de ser reflejada, y convertida en calor.

Esta tecnología ha sido diseñada para recubrir componentes espaciales y debe ser aplicada a temperaturas muy bajas (hasta -430ºC). Otras de las características de esta pintura es que es adecuada para materiales delicados como el aluminio.

Sin embargo, por razones de seguridad y por sus elevados los costes de producción, la pintura de los coches, según indican los profesionales de Certified First, debe reflejar la luz para que el resto de los usuarios de la carretera vean nuestro automóvil y Vantablack es la peor opción para ese objetivo.

Esto es debido a que una superficie cubierta de esta pintura pierde sus características definitorias para el ojo humano, ya que los objetos pueden ser interpretados por el cerebro como mirar fijamente a un agujero o incluso al vacío, haciendo que se eliminen virtualmente todos los detalles y aspectos del diseño.

En la feria alemana, se empleó la variante VBx2 porque permite una pequeña cantidad de reflexión desde todos los ángulos, aunque es utilizada en aplicaciones arquitectónicas y en componentes ópticos para observar estrellas tenues y galaxias muy distantes que la luz del sol hace que sean difíciles de detectar. La primera generación de Vantablack, introducida en 2014, absorbió hasta el 99,965% de la luz, eliminando casi por completo la reflectancia y la luz dispersa.