Caine Monroy tiene nueve años, hijo de inmigrantes mexicanos, vive en un barrio humilde al este de Los Ángeles. Hasta aquí su historia es como la de miles de niños, pero el ingenio de Caine ha conseguido cambiar su futuro.

Lo que empezó como un aro de baloncesto pegado en una caja de cartón pronto creció hasta convertirse en toda una serie de máquinas recreativas caseras y hechas a mano. Celo, tijeras, cajas de embalar, cuerda, algunos muñecos y la imaginación del menor hicieron del local de recambios de su padre una completa sala de juegos.

A un dólar (0,76 euros) los cuatro intentos de encestar en la canasta creada por Caine y a cinco dólares (algo menos de cuatro euros) el pase para jugar en todas las máquinas, nadie podía creer que el proyecto de cartón pudiera recaudar más de 100.000 euros.

Un logro que el niño no ha conseguido solo. El destino quiso que el joven cineasta Nirvan Mullick acudiera a la tienda a buscar una pieza para su automóvil e impresionado por la obra del pequeño ingeniero decidiera grabarla en vídeo y subirla a Internet.

El corto Cainé’s Arcade (Los recreativos de Caine), de casi once minutos, ya ha superado los dos millones de visitas sólo cinco días después de colgarla en el portal Youtube. Los más de 100.000 euros recaudados irán destinados a financiar la educación del niño en una escuela especializada en diseño y la cantidad sobrante se utilizará para financiar una futura fundación que llevará por nombre "Caine's Arcade" y que se dedicará a descubrir casos como el del protagonista del vídeo.

"Nunca imaginé algo así, que creciera tan rápido y a este nivel", dijo Mullick. El padre de Caine aseguró que estudios de cine y videojuegos se han puesto en contacto con él aunque cree que será un fenómeno pasajero. Por si acaso su hijo no ha dejado que la popularidad le aleje del proyecto que le ha hecho famoso, un pequeño gran negocio que sigue atendiendo cada sábado.