Diferentes investigaciones y estudios han revelado que la quema de neumáticos abandonados emite grandes cantidades de sustancias tóxicas al aire libre, lo que ocasiona graves consecuencias para la salud de las personas y para el medioambiente. En un incendio de estas cubiertas se liberan sustancias como mercurio, plomo o dióxido de carbono; estos gases emitidos como "humo negro" contribuyen a la alteración del equilibrio atmosférico y al deterioro de la capa de ozono.

Tratamientos de Neumáticos Usados (TNU) ha advertido que el abandono de neumáticos y su acumulación en vertederos ilegales supone un peligro para el medioambiente, insistiendo en la importancia de realizar una correcta gestión, tratamiento y reciclaje de estos materiales fuera de uso.

Y es que además de las sustancias que se liberan en un incendio y que influyen en el debilitamiento de la capa de ozono, si el aire arrastra las cenizas a las tierras colindantes, esto puede provocar la infertilidad de los terrenos. En caso de lluvias, el agua contaminada de hollín podría filtrarse en el suelo y llegar hasta los acuíferos.

Los incendios que contienen estas sustancias resultan muy difíciles de extinguir, ya que el fuego solo se apaga si se priva de oxígeno. Esto se consigue poco a poco cubriendo con tierra la goma del neumático. Estos materiales liberan tóxicos que se unen con el oxígeno, lo que provoca una mayor absorción de energía calorífica y, por ende, un aumento de la temperatura.