José Manuel Penas

| El futuro del herrero | -

El futuro del herrero
El futuro del herrero

La rueda fue inventada en el quinto milenio A. C., en Mesopotamia. Desde entonces nos ha acompañado y a muy temprana edad se recubrió de hierro para rodar por los caminos de Asia y posteriormente de la Europa romana al igual que los pies de su motor: el caballo. Durante más de 7.000 años, este noble oficio no ha presentado evolución. Se ha mantenido laboral y tecnológicamente igual: tenazas, yunque y martillo. Nuestra cultura y, por ende, nuestro idioma está repleta de términos que hacen referencia a este noble oficio: Herreros como apellido o Herreruela de Oropesa, de Cáceres, como topónimos. La noble forja del metal nos ha acompañado desde siempre.

Hace unos días tuve el placer de conocer personalmente a José María Martínez, fundador de Neumáticos Martínez, de Zaragoza. Allá por la década de los 70, este maño de pro era viajante de neumáticos. En aquellos años finales del franquismo, el término comercial o vendedor no tenía el uso actual; por eso nuestro José mari era viajante. Porque viajaba por los pueblos mesetarios del norte del Estado. Por regiones y provincias olvidadas como el sur de Navarra, Zaragoza, Teruel o Soria. Entre chiste y chiste este viajante afable me dio la clave de un sector que necesita evolución urgente: el del “neumatiquero“. Y decía José Mari : "Cuando viajaba vivía de pensión en pensión. Recuerdo que en los pueblos los únicos que cambiaban los neumáticos de los tractores y los camiones eran los herreros. Eran los únicos que se atrevían a hacerlo. Pasaron de remachar ruedas a colocar e inflar neumáticos

Tras 7.000 años de oficio el herrero deja el yunque de la edad de bronce y comienza a reutilizar el fuelle de la fragua con un tubo por el inflador de neumáticos. Sabia decisión que ha hecho que un trabajo digno, pero con el que no te hacías rico, haya pasado a amasar fortunas a través de redes de cambio de neumáticos y mecánica rápida que fue la actualización de su negocio en el siglo XX. El actual fin de era o de ciclo económico (lo siento, señores, pero esto no es una crisis ni habrá una vuelta a tiempos mejores), hace que el herrero se encuentre con un pequeño contratiempo ocasionado por la bajada del mercado y debe “urgentemente de ponerse las pilas“. El mercado ya no crece: decrece.

Los mantenimientos y el cambio de neumáticos se alargan, por lo que los coches ruedan menos. Un efecto producido por varios motivos evidentes: el continuo incremento del precio del carburante, la depreciación del poder adquisitivo del cliente, el miedo al consumo fomentado por los medios de comunicación y, cómo no, el que el 25% de los españoles estén parados hacen que la postal de futuro no sea soleada; más bien el fruto se pinta como un plomizo día de noviembre. Cierto es que la falta de alegría en la venta de primeros equipos ha producido un efecto esperanzador para este sector incentivado por la mayor vejez del parque; un factor de mejora al producir como consecuencia directa un aumento de las necesidad de operaciones de mantenimiento.

Además, la normativa europea que limita la competencia para fabricantes de vehículos, concesionarios, talleres de reparación y distribuidores de piezas de recambio autorizados, encaminadas a abaratar la reparación de automóviles en el espacio comunitario tampoco ha mejorado las ventas y los resultados del sector como se esperaba. Señores, el futuro necesita por lo tanto de una urgente reinvención; una nueva perspectiva que nos adapte a los tradicionales talleres de neumáticos y multimarca a esta nueva realidad. La formación de directivos y trabajadores, la especialización, la apertura a nuevas operaciones en el taller y principalmente la adecuación del negocio a las nuevas tecnologías de la información son claves para mejorar y sobrevivir en este cambio de era en la que en la teoría de la evolución cobra más fuerza que nunca : “No sobrevivirán los más fuertes sino los que mejor se adapten“….. a este nuevo mercado. Palabra de honor de don Carlos Darwin.

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