Reparación | Los mayores escándalos de la automoción

Tras el escándalo de Volkswagen, compramostucoche.es repasa los grandes pufos de la industria del motor.

Los mayores escándalos de la automoción
Los mayores escándalos de la automoción

La industria de la automoción vive unas semanas convulsas tras el escándalo del software del Grupo Volkswagen, con 11 millones de vehículos afectados en todo el mundo, 700.000 de ellos en España. Sin duda, se trata de un "engaño de escala planetaria" pero antes hubo otros de iguales o mayores dimensiones.

El más antiguo de los escándalos a los que se remonta la web de venta de coches de VO, es el escándalo Tucker. En 1948 este coche cautivó al público americano gracias a su futurista diseño y sus medidas de seguridad. El fundador de la compañía, Preston Tucker, lanzó una campaña de publicidad por todos los EE.UU. en la que vendió franquicias a minoristas y recaudó miles de dólares en concepto de señal a los entusiastas compradores.
Sin embargo, la compañía estaba en bancarrota y los fondos reunidos solo sirvieron para mantenerla a flote unos meses. Finalmente, el Gobierno se vio forzado a intervenir y Tucker y el consejo de dirección fueron acusados de fraude.

Otro de los escándalos fue el protagonizado por Chevrolet en 1971 cuando se vio obligada a retirar 6,5 millones de vehículos. Durante casi tres años la compañía y las autoridades estadounidenses mantuvieron en secreto un defecto de fabricación que provocaba un mortal fallo en cadena en los motores de sus coches. Al parecer, a alta velocidad, los motores se desplazaban causando una aceleración descontrolada y se alteraba el control de la transmisión de forma que era imposible detener el vehículo.

Ese mismo año, Ford lanzó al mercado el Pinto, un modelo destinado a competir con los baratos coches de importación que tan dura competencia representaban. El vehículo fue inicialmente un gran éxito, vendiendo 328.275 unidades en su primer año. Sin embargo, este modelo tenía un fallo que podía ser mortal. En el caso de una colisión trasera, el tubo alimentador de combustible podía separarse y perforar el depósito, haciendo que el combustible entrase en el habitáculo y se incendiase.

Según se supo, el fabricante estaba al corriente de este problema pero decidió no solucionarlo porque, según sus estimaciones, su coste (entre 1 y 11 dólares por vehículo) era inferior a los costes legales derivados de las potenciales denuncias por daños. Finalmente, 180 personas perdieron la vida como consecuencia de este fallo y Ford acabó pagando cientos de millones de dólares en indemnizaciones.

El fabricante norteamericano no aprendió de sus errores y siguió con la misma estrategia de negación respecto a otro grave problema que, en este caso, afectaba a la transmisión. Los coches automáticos producidos entre 1966 y 1980 tenían un defecto que podía hacer que la palanca se desplazase por sí sola de la posición de estacionamiento a la de marcha atrás. Este fallo fue responsable de 777 accidentes, con 259 heridos y 23 muertos.
Finalmente, la compañía evitó la bancarrota que habría supuesto el pago de las pertinentes indemnizaciones gracias al apoyo de la administración Reagan. El asunto, según recuerda compramostucoche.es, se resolvió con el envío de 23 millones de pegatinas cuyo objetivo era recordar a los conductores que debían poner el freno de aparcamiento antes de apagar el coche.

Las marcas europeas no han sido ajenas a estos escándalos. A finales de los años 80, Audi trataba de posicionarse como un referente en los vehículos de lujo en EE. UU. con el Audi 5000, un sedán deportivo de atractivas líneas. Sin embargo, sus planes se vieron truncados por un reportaje del programa de la CBS, 60 Minutos, en el que se entrevistaba a propietarios de este modelo que afirmaban que el vehículo aceleraba de forma inesperada e involuntaria.
Para probar estos testimonios, el equipo del programa hizo un experimento en el que el coche se desplazaba sin estar conducido por nadie. Lo que no se contó es que el coche estaba modificado y se movía por medio de un compresor de aire. De poco sirvieron las quejas de la compañía alemana que tardó casi 20 años en recuperar sus cifras de ventas.

Otros casos también son recordados por la web como el estallido de los neumáticos Firestone de los Ford Explorer, que causaron más de 100 muertes en los 90 y que llevó a enfrentarse a las compañías ante los tribunales sin que llegara a esclarecerse las responsabilidade; o el más reciente problema de la aceleración inintencionada en varios modelos Toyota y Lexus, que llevó a la multinacional a pagar una multa de 1.200 millones de dólares al gobierno estadounidense.

También se recuerda en este artículo los fallos en el sistema de ignición de los Chevy Cobalt y Saturn Ion, que afectaban al circuito eléctrico y podían llegar a desactivar sistemas de seguridad como el airbag o el ABS o incluso llegar a apagar el vehículo cuando circulaba a gran velocidad. Tras nueve años y 13 muertes, General Motors decidió retirar 2,6 millones de vehículos.

Sin embargo, probablemente el escándalo de mayores dimensiones de la historia de la automoción, puesto que afectó a 10 de los mayores fabricantes de automóviles del mundo y a alrededor de 17 millones de coche ha sido el de los airbags Takata. Entre 2000 y 2008 el proveedor japonés fabricó airbags que se deterioraban con la humedad y se desplegaban con una fuerza excesiva.
El dispositivo podía llegar a causar heridas mortales al lanzar al interior del vehículo trozos de metal y sustancias químicas. Se acusó a Takata y a Honda de ser conocedoras del asunto, razón por la cual fueron multadas por el gobierno estadounidense. Este fallo ha provocado la mayor llamada a revisión de la historia con más de 34 millones de coches afectados en todo el mundo.

El penúltimo de estos escándalos es muy reciente y tienen que ver con la seguridad del vehículo conectado. Un dúo de expertos americanos, Charlie Miller y Chris Valasek, han conseguido 'hackear' un Ford Escape, un Toyota Prius y un Jeep Cherokee, haciéndose con el control de navegación de los coches simplemente conectando su ordenador al cableado y usando un programa pirata desarrollado por ellos mismos.
Llegaron a controlar el encendido, a cambiar las agujas de velocidad y el combustible, a encender y apagar las luces e incluso lograron frenar y acelerar el vehículo a su antojo. El 'hackeo' del Jeep Cherokee obligó al Grupo FCA (Fiat-Chrysler) a llamar a revisión a 1,4 millones de sus vehículos en el mercado norteamericano.

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