Las restricciones de tráfico que se comenzarán a producir en Madrid a partir de 2018, y que es probable que se vaya extiendo a otras grandes ciudades, ya están teniendo sus primeras consecuencias.

Así, desde el sector, asociaciones como la madrileña Amda aseguran que los concesionarios ya se están preparando ante la previsión del importante aumento de la demanda de eléctricos e híbridos enchufables (con una autonomía en modo eléctrico superior a 40 km) que provocarán las nuevas limitaciones en la circulación, tal y como publica Autocasión.

El cambio en la tendencia de las compras de vehículos nuevos por parte de los usuarios ya ha comenzado a producirse, aumentando la adquisición de vehículos movidos con energías alternativas y disminuyendo las de los diésel.

Así, la normativa anunciada por el Consistorio de la capital madrileña, que afectará a los coches más antiguos y con motores térmicos, indica que al año que viene se ampliará el ‘Área de prioridad residencial’ a todo el centro de la ciudad, restringiendo el acceso a todos los no residentes.

No obstante, transporte público y vehículos eléctricos sí que podrán entrar a esta zona, denominada ‘Área central cero emisiones’. A partir del segundo trimestre, la M-30 tendrá limitada la velocidad entre 90 y 70 km/h.

Sin embargo, los vehículos de gasolina matriculados antes del año 2000 y los diésel anteriores a 2006 tendrán prohibido aparcar a partir de 2020, así como la circulación en toda la ciudad partir de 2025.