Carlos Hernandez bravo

| Quitar las aguas, una satisfacción personal | -

Quitar las aguas, una satisfacción personal
Quitar las aguas, una satisfacción personal

En esta entrada dejamos a un lado los problemas de sacar adelante el taller, que como vamos viendo nos van a ocupar varias entradas y comentarios (me alegro que os vayais animando a debatir sobre las entradas).

Hoy vamos a darnos una satisfacción, que nuestro oficio también las da.

Imagino que alguna vez os habrá ocurrido coger un coche de esos que, según vas a por él para llevarlo a tu puesto, dices “pues no tiene nada”. Y, según lo lavas y te vas agachando para buscar picotazos o golpes, te das cuenta que sí que tiene, y la expresión va cambiando por un “madre mía cómo está esto”.

En ese momento te vienes arriba y dices, "esto lo dejo yo de fábrica" y ahí empieza algo que sólo te traerá una posible satisfacción personal.

Quitar las aguas es algo que ninguna compañía te paga, es un gasto de material que seguramente no esté puesto en la peritación, y un tiempo, esfuerzo y dedicación empleado, que o el cliente sabe valorarlo o al final caerá en saco roto.

No voy a detallar paso a paso cómo lo hago yo (si queréis lo hablamos en el apartado de los comentarios), pero que una preparación relativamente sencilla se alargue, es algo que normalmente no suele agradar al cliente, porque el plazo de entrega se alarga. Ni a tu jefe, puesto que si le han pagado X horas, y tú le añades alguna más, tu producción empieza a caer. Y al final te toca a ti espabilar en los sucesivos coches.

Lógicamente, tal y como siempre defiendo la calidad, sí va a estar reflejada en ese trabajo, pero la producción disminuirá, ya que sacarle tiempo a favor a esa peritación te va a resultar complicado y, al gastar más materiales de los pagados, la rentabilidad va a caer.

Y ni que decir tiene que, como el coche esté muy mal, como de fábrica no lo vas a dejar, aunque tú sí sepas que has realizado un gran trabajo.

Por lo ta

nto, yo sí os animo a que deis la máxima la calidad posible, que esas pérdidas de las que hablamos en productividad y rentabilidad, seamos capaces de recuperarlas en otro coche. Y así, cuando saquemos ese coche de la cabina y nos agachemos a comprobar el resultado, podamos pensar ¡cómo ha quedado!.

Y si os habeís quemado mucho haciendo ese trabajo, en vez de solo pensarlo, decirlo en voz alta: ¡Cómo ha quedado!

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